27.7.09

Sobre un pedazo de papel...

Sobre una mancha negra, entre papel estraza y periódicos, en la calle de moneda duerme un hombre. 9:10 am del martes 13 de abril, camino a la escuela sin evitar verlo. No reacciona a ningún sonido, y eso que los ambulantes gritan duro, hay un escándalo. El sol pega fuertemente sobre su rostro, la piel pegada al hueso seca, agrietada, oscura, mas oscura que su tono de piel, ennegrecida, me parece que no ha tocado el agua y el jabón en muchos meses, sin embargo la lluvia de estos días le pegará. La mugre, los cayos, las uñas y la carne en sus pies forman una costra que los hacen parecer deformes, el olor de sus pantalones, de su poca ropa, su cabello, de su ser, le pertenece solo a él, ya que nadie se acerca a mas de 2 metros de distancia, se respira, se inhala y se exhala, a el no le molesta se hedor. La gente camina como si hubiera una cerca imaginaria que mantuviera su dormitorio a salvo de los pisotones. ¿Soñara? Me pregunto, y si lo hace… ¿Que soñara? 
Se mueve un poco, se acomoda sobre un periódico de hace mas un mes “CAE LA BOLSA” nada nuevo en este país, a el no le afecta, al contrario, le acomoda, es preferible tener un pedazo de papel bajo el cuerpo que estar así no mas.
Cuarenta y tantos años aparenta el hombre, no creo que recuerde quien es, me parece que estará perdido, esperando en la banqueta. Una señora se acerca, le ofrece una botella de coca cola a la mitad, al ver que no reacciona la deja junto a el y sigue su camino.
Me imagino que su madre no podría reconocerlo y ¿Si lo hiciera? Si por azares del destino ella pasara junto a él, veinte años después de su último encuentro, creo que ella lo vería con desdén, con asco, con desprecio, ella no le ofrecería agua (no digamos coca cola) solo agua, a un hombre así.
Una mujer mayor viene caminando por la calle, es su madre, si, yo pienso que es su madre, pasa caminando junto a él, a metro y medio de distancia tapándose la boca con un pañuelo para no oler, el se incorpora, algo le parece familiar en esa mujer, la mira por unos instantes, ella lo mira también, tal vez sea la combinación de los colores de su ropa lo que le parezca conocido, esas medias, esa falda azul con ese suéter color mango, pero no lo sé, después de tanto tiempo, de tanto dolor encima uno cambia, tal vez no sean los colores lo que el ve.
El hombre sigue con lo suyo, la mujer da la vuelta en la esquina sin saber lo que acaba de pasar. El toma la botella de coca, la destapa y le da un buen trago, las palomas se posan junto a él, un Fotógrafo, turista aparte, aprovecha la bonita ocasión y captura el momento “Pordiosero bebiendo Coca Cola” –dirá en su aclamada exposición- yo le agregaría: junto a palomas que se alimentan de migajas y pedazos de su piel. Centro Histórico de la Ciudad de México.
Corro, si no llegaré tarde a clase (de nuevo).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Woow me gusto muchisimo!!!