24.6.10

Una palabra que empieza con C y acaba en muerte

Junio 2010. La muerte se llevó a dos grandes, todo el mundo lo notó, personajes importantes, únicos que seguirán presentes en la conciencia colectiva por muchas generaciones, tal vez sea hora de que me asome por los rituales del caos.

Miles mueren a diario, segundo a segundo, muchos han cerrado los ojos para siempre, mientras yo escribo esto, claro mientras hayan podido conservarlos, la violencia impera en el país. La muerte nos pega a todos de diferentes maneras, algunos ni siquiera lo notan o pretenden no hacerlo. No es mi caso.

Para mi la muerte es un paso que hay que dar, no me da miedo mi muerte, me da miedo la muerte de los demás, de mis queridos.
A unos metros de mi se encuentra mi abuela, apunto de meterse a soñar bajo las cobijas, ella aún no sabe el padecimiento que la rodea, que la llena de vida y de muerte.
Por su sangre corre un veneno al que no hemos querido llamar en su presencia Cáncer, por lo fuerte de la palabra, tener cáncer a su edad es literalmente fatal.

Ya he vivido yo la impotencia de tener un enfermo con ese mal, mi padre, que hoy anda por acá también abriendo y cerrando ventanas. Últimamente me he relacionado con él de diferentes maneras, tengo una caja, una pequeña caja donde guardo algunas cosas que le pertenecieron, y me he hecho a la idea de que el vive ahí, como el genio de la lámpara de Aladino, sale y entra cuando yo le pido, a veces se escabulle por las esquinas de la lata para ir de visita a otro lugar, luego regresa y duerme tranquilo al pendiente de mi. A veces me enchina la piel, si a veces me asusta también.

Pero hablaba yo del cáncer, esa enfermedad cruel que va comiendo poco a poco el alma de los hombres, que los lleva a perder sin ninguna consideración la dignidad, como si para llegar del otro lado tuvieses que arrastrarte por un camino muy pedregoso; Si, te enfrentas con fuerza, con valentía, con la esperanza que has de llegar entero, y poco a poco te vas desprendiendo de tu ropa, la desnudez que tanto temías esta expuesta ante un público que sufre al verte dejando atrás pedazos de ti, una roca se ha quedado con tu estomago, te perforo un pulmón. Te vas encogiendo tus órganos ya no sirven para lo que solían servir, defecas en tus manos por medio de un tubo que un extraño introdujo en tus tripas. Miras atrás, intentas pedir ayuda, pero no reconoces a nadie, las caras conocidas son sólo extraños.
No te quedan fuerzas para continuar, te detienes, te estancas mientras tu cuerpo se encharca con su propio lodo. Te deshaces de ti mismo mirando al sol, parpadeando constantemente como un reflejo, como una señal para que los tuyos de que sigues aquí.
Sabes que cuando dejes de hacerlo te habrás ido, de algún modo lo sabes.

Un día despiertas y miras a tu alrededor, sientes tu cuerpo, te viene a la mente el ritmo de una cancioncita, una extraña cancioncita de la infancia, tus dedos se mueven siguiendo el ritmo, te dan ganas de correr de nuevo por el campo persiguiendo la avioneta que anuncia la función del circo, te confundes entre ayer y hoy, intentas sacar tu mano de las pesadas cobijas, alguien más la toma entre las suyas y por primera vez desde hace mucho tiempo reconoces sus ojos, su voz llega lentamente a tus oídos y escuchas, saludas y sonríes. Tu voz se hace escuchar logra salir de tu pecho atravesando esos agrietados labios, un par de palabras y te sientes exhausto, quisieras dormir, su mano acaricia tu rostro mientras te vas perdiendo nuevamente en un sueño profundo. Se dejan de tocar.

Para cuando yo toque sus manos estaban aún tibias, empezaban a ponerse duras, rígidas, pero aún estaban tibias. Mi experiencia con él y lo que le hizo el cáncer.

Esta vez quisiera que ella no sufriera así, que llegue pronto al final del camino, que no se tenga que arrastrar, no llegaría muy lejos es algo vieja y delicada. Que de unas buenas zancadas, que no tropiece, y que conserve su valentía y dignidad… Y al final cuando logre reconocer a alguien quiero estar junto a ella sosteniendo su mano, y quiero acariciar su rostro como lo hago hoy a su lado, las dos con mucho valor.

Muchos seguirán muriendo, yo muero con los míos y vuelvo a nacer, más fuerte, mas conciente. Pero no me deja de dar miedo.

2 comentarios:

Gerardo Betancourt dijo...

...y es una alegría haberte encontrado en esta vida, en la única que me consta. no sólo has traído el apetito de nuevo, has sido una nube y amenazas con inundarlo todo.

te quiero más de lo que te conozco.

Haru dijo...

Me hiciste sentir como si lo hubiera vivido, mis ojos se hicieron agüita y no pude evitar el nudo en la garganta :(